jueves, 23 de julio de 2015

De Perséfone, la Doncella, la Virgen y la Niña

Por: Susan Ricalde
Para: Todas las Diosas en Mi, Yo Mujer Yo Diosa. Taller Vivencial

“Como seres humanos somos seres adictos al amor y dependemos,
para la armonía biológica de nuestro vivir, de la cooperación y la sensualidad,
no de la competencia y la lucha.”
Humberto Maturana

Hay una tendencia propia de la Diosa en su fase luminosa de la Doncella o la Virgen, que es la del (des)equilibrio en su relación con lo exterior. En éste aspecto creativo de la energía del Sagrado Femenino es cuando experimentamos el impulso interior primaveral que nos invita tanto a florecer desde nuestro centro como a florecer hacia el exterior.

Hay un movimiento natural de la energía; un surgir que es casi similar de la energía masculina centrífuga que también existe dentro de nosotras.  Casi similar, porque no es masculino en sí mismo más es masculinizable y fácilmente confundible con la energía masculina. Éste surgir primaveral que experimentamos como propio a la fase de la doncella, es el impulso vital creativo, que nos permite relacionarnos con lo creado para recrearlo y así reconocernos en-relación-a- lo exterior.

Por un lado es inevitable el coexistir, convivir, compartir e interactuar profundamente con lo que está afuera de nosotras. Pues aunque hayamos sido programadas en el individualismo, existimos en sociedad e inter-dependemos los unos con los otros en la misma medida en la que somos individuos singulares y auto-regulados. Es decir, nuestro sistema es cerrado y abierto al mismo tiempo. Y la energía de la doncella nos permite observar cómo estamos inter-actuando y danzando entre lo interno y lo exterior.

El movimiento del surgir en cuanto surgir desde nuestro centro y abrirnos como una flor, es la pauta de la energía de la Doncella. Mientras que el surgir desde el enfoque colocado en el exterior, sujeto a la aprobación de los demás, en comparación a- y por tanto competencia con- lo que está afuera; sería más apropiadamente una “mal” interpretación de la energía femenina correspondiente al surgir creativo de la Diosa.

La fase creativa que corresponde a la Doncella es espontánea y volátil como el viento. Que es el elemento que más apropiadamente describe las energías durante ésta fase. El viento que comunica y fluye libremente. Que transporta el verbo que es el sutil y poderoso responsable de la energía de la creación desde lo invisible.



El rapto de Hades en el mito de Perséfone es también equiparable al rapto pasional que experimentamos cuando nos deslumbramos con aquella perla creativa que existe en nuestras profundidades y que refleja perfectamente el propósito que nos trae aquí como Espíritu. El Hades en ésta visión es el masculino interno que, hasta que se le conoce, permanece en la sombra. Es decir, nuestro propósito álmico o espiritual, nuestra vocación, nuestra misión (o misiones) de vida.

Y al Hades puede que no se le termine de conocer nunca. Son necesarios 6 meses y luego 6 meses más a lo largo del tiempo para volver al reinado de Perséfone en la profundidad de nuestro mundo interior e ir descubriendo de a pocos y re-conociéndonos de a pocos en la temida y también maestra cara del Hades de nuestro interior.

Cuando una mujer (u hombre) se encuentra con el Hades en el sentido del masculino interior o propósito álmico u Espiritual que permanecía en la sombra; el rapto es inevitable y al mismo tiempo se convierte en una experiencia de vital importancia para la trascendencia de la vida de ése ser humano. Una vez que hemos conocido al Hades y comido voluntariamente del sabroso fruto de su granada del inframundo, siempre vamos a querer volver. El encuentro con Hades de ésta forma, representa el encuentro con nuestra propia consciencia divina u espiritual que ha permanecido en la sombra y que desde que nos animamos a contactar con ella, es cada vez más profunda, más fascinante, más digna de nuestro amor y aceptación.

Tanto en lo pasional-sexual como en lo pasional-no sexual (si es que es posible hacer ésta distinción), el rapto de Perséfone es una invitación a profundizar en nosotras mismas y si bien nuestra Demeter (madre) interior lo vivirá posiblemente como una tragedia. Perséfone tiene el derecho y el honor de ser la Reina del inframundo durante esos 6 meses anuales de convivencia con Hades… Y bien podría querer extender ese reinado a los 6 meses subsiguientes, en tanto las granadas del inframundo sigan siendo así de placenteras. Mas, ¿Qué sería de la primavera y el verano sin Perséfone?

He ahí el llamado de lo externo a inter-depender de nosotras. Siendo que somos seres en co-existencia fortuita y continua, no podríamos permanecer en nuestro sombrío reinado interior a no ser que entrásemos en una depresión o en un desgano. Con lo cual Perséfone habría quedado atrapada en las manos del Hades, visto como un vil villano, a merced del cual nuestra energía creativa estaría sometida… Más, siendo que Hades es un aspecto más de nosotras mismas; ¿Qué parte de nosotras se comprometería con ésta realidad de víctima?

Aquella parte que se niega a evolucionar. Precisamente, aquella porción de nuestra sombra que desea permanecer viva en la negación de la luz de la consciencia, de la plenitud, el disfrute y el amor aún en el mismo corazón del inframundo; aún de lado del mismo Hades como Rey de nuestro inconsciente, raptando por ser visitado por nuestra dulce y primaveral ternura y aceptación.

Siendo que nos neguemos a evolucionar hacia la Luz de la consciencia, siempre habrá un cruel Hades a quien culpar y una acusante Demeter en quien refugiarnos. Siendo que voluntariamente tomemos el fruto de la granada que solo crece en el inframundo, lograremos llevar la Luz de la primavera ahí a donde, tal vez, sea más necesaria.



La granada en éste sentido, sería una jugosa aceptación de nuestra traición a la madre y del haber sido seducidas voluntariamente por las pasiones de los “bajos” instintos, por la sensualidad de nuestro cuerpo, lo placentero de lo desconocido. Con lo cual nos haríamos maestras en la iluminación de nuestra sombra, siendo capaces de llevar amor ahí donde antes había miedo.

La Doncella se corona como Reina cuando se hace dueña de sí misma. Atravesando la culpa que le podría suponer, principalmente ante su madre, el haber elegido esa granada.  Mas, adquiriendo a través de permitirse el rapto de Hades y el viaje permanente entre la Luz y la sombra, la maestría de ser sí misma y la libertad para elegir experimentarse en ambos mundos. El luminoso y el oscuro, el de afuera y el de adentro.

La Doncella en equilibrio, hace también honor del verdadero sentido de la palabra “Virgen” que es aquella mujer quien es duela de sí misma, que no pertenece a su marido si es que lo tuviera y tampoco pertenece ya a su padre ni a su madre. Ella que es sexualmente activa si así voluntariamente lo elige y es de igual manera libre en sus elecciones de pareja. La Virgen en éste sentido encarna la libertad de actuar y elegir que de ser posible, fuese saludable se nos presentara en la vida en los años de adolescencia y juventud; Más que tenemos la autoridad energética para ejercer en cualquier momento de la vida. Desde los inicios de la experiencia de la Doncella en la niñez en adelante.

Y aquí un importante comentario acerca de la niña en nosotras. Pues la Doncella tiene un eco importante en esa etapa de la vida. Cuando se está formando nuestra personalidad y aún no nos han o nos hemos parido del todo. De alguna manera, la doncella nos refleja qué tanto hemos asumido el autogobierno de nosotras mismas y qué tanto permanecemos en la niña interior, que por un lado juega “libremente” más sin responsabilizarse realmente por sus acciones, siendo ésta libertad un constante echar en cara las experiencias que tuvimos con aquellas figuras de autoridad que intervinieron en nuestra crianza. Cuando la figura de autoridad en nosotras mismas que es Reina del inframundo aún no ha sido asumida, la proyectaremos en los Hades y las Demeters de nuestra vida, siendo aún niñas a las que cuidan sus madres o a las que raptan sus violadores.

Todo ello, para animar el surgimiento de la autoresponsabilidad en nosotras. Que en las actuales generaciones ha sido en general muy poco alentado desde nuestra crianza; pues se nos ha enseñado en gran medida a seguir dependiendo de lo externo desde lo externo y no desde nuestra voluntad. A seguir a merced del Hades en su cara malévola o de los mandatos de Demeter en su aspecto manipulador. En cuanto que ésta misma encrucijada, el hacer caso del mandato de nuestra madre y quedarnos solas en el bosque más ser raptadas por Hades; nos lleva al destinado surgir de nosotras mismas como Reinas de nuestras profundidades y maestras de nuestro impulso vital creativo que habita en el oscuro mundo interior.

De una u otra forma, llegamos al mismo puerto.


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