jueves, 9 de julio de 2015

EL ARQUETIPO DE LA DIOSA Y SU UTILIDAD PARA EL BIENESTAR PSICOLOGICO DE LAS MUJERES

Por: P. Margarita Guevara Arce

Muchos siglos de una cultura que definió rígidamente y como opuestas y muy diferentes; las características, actividades y  roles considerados femeninos o masculinos, y que colocó mayor valor y reconocimiento a lo atribuido como masculino; fue generando que los varones tuvieran mayores recursos de poder en los espacios públicos y privados, y que también inevitablemente se fuera debilitando el poder femenino tanto en la psique de cada mujer como en el colectivo de las mujeres.

Las consecuencias perjudiciales de esta manera de concebir lo femenino y lo masculino es ahora evidente, muchas mujeres y hombres se sienten limitados por estas y otras diferencias construidas culturalmente a partir de las diferencias biológicas entre los seres humanos;  y ello se trasluce en diversos movimientos sociales, económicos, intelectuales, etc. que propugnan un cambio hacia sociedades más justas e igualitarias.

Es en este marco que el llamado “empoderamiento femenino” se vuelve un camino, una ruta para la salud y el bienestar de las mujeres. Recordar, despertar, y  asumir nuestro poder femenino es un llamado y un deseo en muchas de nosotras. Pero para ello es necesario un primer paso: El conocer más sobre el poder femenino. Y es para esta tarea que se vuelve útil el trabajo psicológico con los arquetipos, entendidos como fuerzas instintivas comprendidas en un inconsciente colectivo y como potencialidades de realización.



En las antiguas sociedades un arquetipo poderoso era el de la Gran Diosa, en él se reconocía la fuerza femenina, que se expresaba en tres fuerzas primordiales: De la creación, nutrición y de la muerte y la transformación. La mitología de la Diosa nos habla de las sucesivas experiencias por las que una mujer atraviesa cíclicamente y a lo largo de su vida, a través de cuatro fases de su evolución, desde la mujer joven, a la mujer fértil, la mujer en su plenitud y la mujer sabia o anciana. 

Estas energías y potencialidades siguen vivas dentro de nosotras, y siguen siendo necesarias para transitar nuestro día a día, para nuestro desarrollo, para nuestro bienestar. Por ello, detenernos a conocer cómo es que se manifiestan estas energías en cada una de nosotras, nos permite comprender mejor nuestra forma única y particular  de ser, emociones, tendencias, etc.; nos permite crear el equilibrio necesario entre ellas para nuestras vidas; nos permite al aceptarlas y tomarlas a todas, poder tener toda la fuerza necesaria y a disposición para hacernos responsables de nuestro viaje hacia la totalidad, autenticidad y autonomía.

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